J.J. Abrams, conocido director y creador de series como Alias y Perdidos, ambas muy recomendables, dirige esta película para todos los públicos, producida por Steven Spielberg, y que cuenta con un acabado impecable.
La historia, ambientada en los años 80 en un pequeño pueblo de Estados Unidos, está protagonizada por un grupo de chavales a los que les gusta rodar películas con una cámara Super 8 (de ahí el título) y que durante una de las sesiones de rodaje presencian el accidente de un tren del ejército que contiene un gran secreto que afectará a todo el pueblo.
La historia recuerda, a veces, a la magnífica "Cuenta conmigo", aunque con la novedad de que no es la amistad la que propicia todo, sino el amor entre los dos niños protagonistas que, por cierto, actúan bastante bien.
El resto de la historia es bastante típica, el malo del ejército que al final muere, el padre borracho que se redime con una buena acción, etc., nada nuevo, pero pasado por el filtro de Abrams que tiene muy claro como debe contarse una historia para dejar pegado al espectador (¿recordáis los finales de capítulo de Alias o Perdidos?, pues eso).
Lo dicho, un entretenimiento muy recomendable por su acabado estético y que, por una vez, no vende moralina barata como suele ocurrir en otras películas de este estilo.
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